El Pardo Menendez: um personagem invade as listas de discussões sobre fotografia

El Pardo Menendez: um personagem invade as listas de discussões sobre fotografiaseleção de textos de Becquer Casaballe ([1951]-2013)

publicado originalmente em Fotoplus: Páginas Negras (jan.1998)
www.fotoplus.com/fpb


As listas de discussões – sistemas de troca automática de mensagens eletrônicas entre grupos de usuários interessados em determinados temas – constituem um das mais antigas modalidades de comunicação interativa em redes eletrônicas anterior mesmo a Internet.

Seu potencial de comunicação – velocidade, alcance geográfico e interatividade – é complementado por mudanças nas formas de comunicação pelo caráter híbrido, misturando a expressão verbal à coloquialidade das mensagens por telefone. Além destas características peculiares enquanto veículo, o uso das listas por seus usuários tem continuamente revelado fenômenos curiosos.

Nesta edição de Páginas Negras, foram selecionadas algumas mensagens que giram ao redor do personagem ficcional Pardo Menendez. Enviadas a listas de discussões sobre fotografia como Fotobr-l e Fotored, por Becquer Casaballe, editor da revista argentina Fotomundo, as mensagens, completamente deslocadas dos tópicos de discussão, acabaram tornando-se foco de atenção. Constituiam assim um fio narrativo paralelo, cujo poder de atração estava na qualidade narrativa de Bec e no destino da vida do “Pardo“.


Ricardo Mendes
janeiro de 1998



Subject: El Pozo
Subject: El Pardo y el Flash
Subject: El Pardo en la Cruz Roja
Subject: Luz Menendez
Subject: Una aventura estetica
Subject: El Pardo y la Tarjeta Gris al 18%
Subject: Errare humanum est
Subject: Los ultimos anos del “Pardo”
Subject: Muerte del Pardo



Subject: El Pozo

La construccion de un Estudio: El Pardo las piensa todas

El “Pardo” supo tener un hermano algo menor que el. Se habia quedado en el pueblo donde hacia diversos trabajos, segun la ocasion, desde albanil hasta repartidor de una panaderia. La cosa era ganarse el pan (a veces, tomaba algun pancito de la canasta sin que el patron lo advirtiera, pero sin dudas que se lo habia ganado tambien). Un dia fue a visitarlo. Estuvo viajando en rutas polvorientas, con su pequena valija de cuero gastado de tantas penas, donde llevaba una Spiro Gaumont de 6 x 9 cm que se habia comprado con gran esfuerzo, restandole horas al sueno y comida a la boca.

Habia estado pensando en ensenarle fotografia a su hermano menor y, despues de darle el primer abrazo y preguntarle como estaba, se lo hizo saber. Los ojos se le iluminaron: “Te parece que yo puedo ser fotografo?” le respondio, entre sorprendido y feliz. “Por supuesto, y yo te voy a ensenar, asi que primero vamos a construir un estudio, una autentica galeria para que puedas hacer retratos”, sentencio el “Pardo” extremadamente seguro de si mismo.

Ese dia ni siquiera almorzaron, estuvieron todo el tiempo trabajando. Forraron con papeles de diario y cartones las paredes de adobe del rancho. Le quitaron la paja al techo desde la mitad hasta una de las paredes y agrandaron la ventana.

“Ahora ya tenemos luz, cenital y lateral” dijo el “Pardo”, y se paro en el lugar donde habrian de posar los clientes. “Mira que linda luz, que suave” siguio relatando, mientras su hermano estaba en silencio, lleno de admiracion y pensando como era posible que con tan simples elementos podia ahora tener un lugar para los retratos.

Despues, extendieron un gran nailon, de esos que se usan en el campo para proteger la cosecha de la helada y que siempre se pueden encontrar abandonados, solucionando definitivamente el problema de la lluvia.

“Bueno, falta lo ultimo, el pozo”. “El pozo?” dijo confundido el hermano. “Vos callate la boca y ayudame”. Tomaron una pala, esas de punta afilada, y comenzaron a cavar. Cuando tenia una profundidad de mas o menos un metro y treinta centimetros, el “Pardo” sentencio autosuficiente y excavador que ya estaba bien, luego de tirar a un lado restos de un Gliptodonte y un diente de Tiranosaurios Rex, que el anterior tenia clavado en la coraza y que habian encontrado en aquella faena. Pero no le dieron importancia porque el objetivo era otro.

Acto seguido, le mostro a su hermano para que servia, parandose al lado: “Ves, para hacer un retrato pones al cliente aca, mirando para ahi, que es donde va a estar la camara”, hizo una pausa y continuo, “luego le pedis al cliente que se ponga en el pozo” -y el Pardo se metio de un salto, asomando de la cintura para arriba- “y aqui le podes sacar de medio cuerpo”.

“Fotografia El Pozo” fue un gran exito en todo el pueblo, hasta que se les inundo.

Becquer



Subject: El Pardo y el Flash

Luz de Flash

El “Pardo” Menendez, que de esas cosas como de muchas otras sabia, contaba que en sus anos mozos se utilizaba el magnesio. Se colocaba en un recipiente especial, con un mango y un yesquero o encendedor por friccion, a piedra. Habia que enfocar y encuadrar, colocar el diafragma correcto segun la distancia calculada a ojo, se abria el lente y se disparaba. Una gran nube ascendia, siguiendo a la bola de fuego que producia el magnesio, peligrosa sustancia si las hay pero que lo iluminaba todo, sin rebote o fotocelula.

Un dia, estando en la casa de Gobierno, el “Pardo” debio fotografiar al presidente Ramon Ortiz (que habria de abandonar luego la presidencia por su avanzada ceguera) junto al Canciller y a los embajadores de Mexico y de Espana. Se le fue la mano y prendio fuego una cortina del Salon Blanco, sitio reservado para tales acontecimientos.

En esa epoca ya existia el flash de bulbo, con lamparas que contenian un filamento que se encendia por una descarga electrica. Eran comienzos de los anos 40. Pero el “Pardo” era un tradicionalista, y por nada queria abandonar aquel artilugio superado tecnologicamete.

Ademas, sus colegas lo estimulaban para que persistiera en su actitud, porque todos se ponian de acuerdo y a la voz de “Aura”, con acento en la primera “a” (version criolla del “Ahora”), todos descubrian el objetivo. Nadie gastaba una lampara, que asi se la podian guardar para hacer “chivos” (1)

Se trataba de una SHURM (Sociedad de Hecho en el Uso Racional del Magnesio), que llego a ser registrada por el “Pardo” y por la que cobraba un diezmo equivalente al 10 por ciento del valor de las lamparas. Supo ganar mucho dinero, que religiosamente terminaba perdiendo en el Hipodromo de Palermo o en timbas improvisadas en Barracas al Sur o en La Boca, hasta que prendio fuego aquella bendita cortina.

Al dia siguiente, cuando fue de nuevo a la casa de Gobierno, para cubrir una nota para “Critica”, se topo con un cartel, primorosamente escrito con letra inglesa, que decia: “A los Senores Reporteros Graficos, se les recuerda que por Decreto del Poder Ejecutivo, esta terminantemente prohibido usar magnesio. Los infractores seran confinados en la carcel de Ushuaia sin derecho a pataleo alguno”.

Cuentan los memoriosos que alli comienza el periodo mas creativo del “Pardo”. Desacostumbrado a los artefactos electricos, cuando mojaba con la lengua el casquillo de cada lampara, de tal modo de garantizar un buen contacto, muchas veces terminaba recibiendo un shock electrico por exceso de saliva, cuando esta rebosaba, descendia en un filo hilito por la antorcha y le caia justo en la mano que la sostenia. El “Pardo” se canso de tanta electricidad y se paso a la luz ambiente. Se compro una Leica.

Bex
(Copyright 1997)

(1) Chivo. Dicese en el lenguaje de los reporteros graficos y de los periodistas, aquellos trabajos supuestamente de prensa por los cuales se le cobra a quien demanda el servicio/ Dicese de los articulos que son publicados a cambio de dinero cobrado al interesado porque aparezca una informacion que, de otra manera, no seria publicada./ Forma venal de corrupcion periodistica.
fundo



Subject: El Pardo en la Cruz Roja

El Pardo en la Cruz Roja

En su tiempo libre, el Pardo acostumbraba jugar a las cartas y otras veces iba al hipodromo, donde irremediablemente perdia. Ya tenia mas de treinta anhos de edad y, un domingo por la manhana advirtio que debia que hacer algo mas productivo de su vida. Cuando tomaba una decision, nada iba a pararlo.

Se pregunto a renglon seguido -su estructura de pensamiento lo llevaba a imaginar sus palabras en un cuaderno a rayas- que es lo que debia hacer. Y se anoto como voluntario en la Cruz Roja.

Los hombres de la bandera suiza en negativo advirtieron que era criminal dejarlo dar inyecciones, repartir medicamentos o enyesar huesos quebrados. Aprovechando su condicion de fotografo, lo mandaron con un destartalado jeep Willys modelo 42, un proyector Honeywell sonoro de 16 mm y varias peliculas educativas, para que recorriera barrios populares y zonas rurales. Debia limitarse a proyectar documentales sobre algunas normas elementales de higiene y de prevencion de enfermedades.

Fue asi como un dia llego a Puerto Chacabuco, sobre el rio Parana. Un monolito gastado por el tiempo recuerda que alli estuvo Juan de Garay, con su flota de naos, en tiempos de la conquista. Pero hoy no es mas que un caserio pobre que se rige por normas tribales, con un jefe que todo lo decide y los demas obedecen, excepto los jovenes que se van en tandas cuando llegan a la adolescencia porque alli no tienen trabajo (tampoco lo encuentran en otros sitios, pero esa es otra historia).

El Pardo llevo una pelicula sobre el paludismo. El mosquito que pica y te deja con fiebre. El terrible “chucho” que tantos estragos causa en zonas calidas donde se dan cita las aguas estancadas. Estaba destinada a educar a las personas sobre los riegos de ese mal de una zona olvidada hasta por el propio Jehova.

La cinta mostraba toda la secuencia del ciclo de la enfermedad. Estaba maravillosamente filmada. Escenas que incluian el momento que el mosquito introduce su lengua mortal por un poro, con una definicion propia del Angenieux de la Arriflex utilizada para hacer las tomas, fuelle de extension de por medio, hasta escenas del entierro de la victima, siguiendo los dictamenes de Hollywood, como para que al llegar la frase “The End”, se lagrimeara un poco.

Termina la funcion, el Pardo que ya aparentaba ser un portenho (1) en la forma de hablar y de vestirse, estaba en eso de rebobinar la pelicula y de guardar la pantalla, cuando se le aproximo el jefe de Puerto Chacabuco y le agradecio la excelente funcion.

“Le gusto, maestro?” dijo el Pardo, forzando la voz en un intento por imitar la sonoridad de Hugo del Carril (2).

El jefe, agarrando la boina y sosteniendola con sus dos manos apoyadas en el pecho, en un gesto de humildad, mientras la hacia rotar en sentido dextrogiro, le respondio: “Si, mucho y, ademas, me hizo comprender muchas cosas, como, por ejemplo, por que los portenhos le tienen tanto miedo al mosquito”.

“Digame, maestro, y ustedes no les tienen miedo?” fue la respuesta, con tonalidad que iba de la piedad hasta la duda sobre el probable sentido ironico de su interlocutor, esta vez acentuando el sonido de las “eses”, como para que nadie dudara ya de su portenhidad adquirida.

“Bueno, senhor, sucede que su mosquito es asi de grande -dijo extendiendo los brazos hasta alcanzar el tamanho de buena parte de la pantalla de proyeccion, donde habia visto aquellas excelentes tomas macro-, mientras que aqui es asi de pequenho” -agrego enfrentando, con una separacion de medio milimetro, las yemas del pulgar y del indice de su mano derecha, mientras en la izquierda seguia sosteniendo su boina vasca.

El “Pardo”, se quedo en silencio, sintiendo esa humillacion como un afilado punhal clavado entre las vertebras. Sucede que de semiotica no entendia nada.

Bec

(1) Portenho: Nativo de Buenos Aires. Por extension, los habitantes de la ciudad, con la condicion que sean de aspecto caucasico, conocedores de todo lo que existe en el universo y sus alrededores, convencidos de que son los mejores en cualquier cosa, apasionados por el tango, el futbol y el verso. Casi una especie superior (segun la autocalificada apreciacion).
(2) Actor, director de cine y cantante, que realizo grandes obras y personificaciones de “compadritos” y personajes populares portenhos, mostrando sus miserias y grandezas.
fundo



Subject: Luz Menendez

La Luz Menendez

El “Pardo” fue un hombre coherente, de principios. Cuando nacio su primera hija, le puso de nombre Luz.

Salio tostada como el “Pardo” y su mujer, la “Morocha”. En la perversidad que distingue a los ninos, tal vez inocente por cierto y que tan magnificamente retratara Lewis Carroll en “Malicia en el Pais de las Maravillas”, hizo que mas de un companero de la escuela la llamara, despectivamente, “Apagon” Menendez. Cosas que pasan.

La nina fue creciendo entre juegos, inocencia y algun que otro reto, porque en aquello de poner limites, el “Pardo” sabia que no hay que tolerar nada inutilmente, ni siquiera los males causados sin intencion.

Luz llego a la adolescencia, le crecieron los pechos, se le achico la cintura y las piernas se fueron haciendo largas. Ya nadie le decia como en la infancia, no sea cosa que la morocha se enojara y no diera bola. Era realmente linda, como besar a la abuela en la frente, pero con otras intenciones, apenas la similitud del acto.

Cumplio los 17, todavia con sus munecas y hasta durmiendo abrazada a un osito de peluche, creyendo que, ademas de los Principes de Asturias y de Gales, existia el Blue (Blau para los germanos y Azul para los hispanoparlantes). A los 18 ya se habia puesto mas interesante y a los 22, estaba para comersela (perdonen las feministas, pero realmente estaba para comersela). Y el Principe Blau sin aparecer. Creo que jamas habria de aparecer, como que no existe. Lo mismo que la Mujer Maravilla. Pero en cuestion de gustos, daria diez, veinte o tal vez treinta anos de mi vida -que es como decir haberme muerto hace tiempo- para que Gatubela se fijara en mi y se enamorara.

Se decidio a ser modelo, de esas que aparecen en Vogue (en la peluqueria, una tarde, habia descubierto un ejemplar de la revista de Lucien), y como no era tonta y en su casa habia un espejo, pronto advirtio que ella bien podia dar para eso y quiza mucho mas.

Viajo a Paris, se hospedo en un hotel de cuarta en el Barrio Latino, de 100 francos la pieza, que era todo lo que le permitian sus ahorros. Estaba obligada a subir una empinada escalera para llegar al cuarto piso, pasando por el primero donde una simpatica portuguesa, originaria de Coimbra, era la celosa encargada que no admitia visitas que no estuvieran registradas, cuidando la moral y la higiene del lugar pero perjudicando el cosquilleo de los demas. Pero para “Luz”, aun virgen, eso no le importaba al extremo que ni siquiera lo habia advertido. Su pieza disponia de una pileta don dos grifos. El del agua caliente no funcionaba. La cama quedaba exactamente debajo de una escalera, asi que si durante la noche tenia una pesadilla y se despertaba de imprevisto, debia cuidar de no apoyar sus codos y ergirse. De hacerlo, se hubiera marchitado la frente.

Aquella manana se lavo dos veces los equilibrados dientes -la segunda con soda caustica, para que quedaran blanco teta-, se recogio y solto el largo cabello azabache varias veces, decidiendose por dejarlo al viento para que asi le enmarcaran el rostro de pomulos anchos y vigorosos que confluian hacia unos labios exactamente sensuales. Sobre esos labios trazo apenas un poco de cian y afirmo sus pestanas con rimel. Tenia ojos azules, algo que hubiera intrigado el propio Mendeleieff en su tabla de sustancias quimicas por descubrir.

El vestido que eligio para la oportunidad, entre otras dos opciones, no era cosa de otro mundo: apenas una solera que le cubria hasta 30 centimetros por encima de las rodillas y donde el escote no quedaba a una distancia superior a los 40 cm. Y diga que era una mina de 1,70, asi que su extensa geografia podia apreciarse al natural, satisfaciendo las normas dictadas por Greenpeace.

Tenia que lucir bien para lograr impresionar al productor de “Vogue” y obtener lo que se estaba proponiendo. Si el “Pardo” se enteraba, habia filicidio, pero no habia por que preocuparse, estaba lejos, un oceano los separaba y ni siquiera Internet podia hacerlos ingresar en la Aldea Global.

“Soy Luz y quiero ver al productor” dijo con voz decidida (la voz decidida es la que se dice con firmeza). La miraron con cara de nada. Valga destacar que lo dijo en espanol. La situacion fue salvada por la telefonista, inmigrante de Kuala Lampur pero hija de gallegos que alla tenian un almacen. Actuo de traductora. La recibio Christian Cajualle-Bois, el productor asistente. Le tomo los datos, casi sin decir palabra y le dijo que la llamarian. La tactica de Cajualle-Bois era precisamente aquella: no demostrar interes. Eso mismo habia hecho con Claudia Schiffer y casi pierde el empleo, porque la germana dio un portazo y se fue a una agencia que, cuando toco el timbre, ahi nomas largaron la alfombra roja e hicieron sonar los clarinetes. Cuando regreso a “Vogue”, la tarifa se habia multiplicado por cien.

Aquella noche Luz no durmio, se quedo con la idem encendida, pensando, sonando, deseando firmemente que no podia fracasar. Y al otro dia la llamaron, fijaron una cita y a la semana estaba trabajando, posando para Francoise Aberdeen-Angus, para Louis-Joseph Shorthon, para Melisa Merino, y otros grandes de la publicidad.

Melisa se encarin con ella, la vio, digamos, tan virginal, inocente, querible, que la protegio todo el tiempo. La experiencia con Shorthon no fue tan buena, pero supo capearla. Mas que Shorthon parecia Miura. Era un obsesivo. En un reportaje que le hicieron en “Le Figaro”, habia sostenido que era un apasionado de la fotografia porque le permitia levantarse minas. Eso habla de cuales eran sus intereses, bastante ajenos a los haluros de plata pero sin llegar a ser contrapuestos. Existen demasiados de la misma estirpe.

Una tarde, durante una sesion de tomas en el estudio de la rue Friginot, le dedico 5 minutos a preparar los Elinchron de 1.500 Watts/segundo y 25 para tratar de alcanzar la Luz. No lo habria logrado. Segun parece, pero de esto no hay certeza, la fotocelula estaba fuera de sincronismo.

Paso el tiempo. Luz (a 300.000 kilometros por segundo para no contrariar a Einstein) fue tapa de “Vogue”, fue luego contratada en exclusividad por la bodega Baron d’Arignac para una campana de casi un ano que le permitio conocer desde la Bretagna a la Provence, de Languedoc-Roussillon a la Cote d’Azur. En lujosos hoteles, como nunca se lo habia imaginado. Le decian “madamme”.

Pero, como escribio alguna vez Homero Esposito, “Cruel en el cartel/ la propaganda manda cruel en el cartel/ y en el fetiche de un afiche de papel/ se vende una ilusion/ se rifa el corazon”, la juventud se le paso, entre copas de champan, percal y sonrisas sin contenido. La celulitis empezo a no permitirle exponerse sin medias de nylon, aquellos pechos de la juventud no se sostenian siquiera en una copa de champan y la piel gastada, de tantos insomnios, le daban una mascara que no se podia mostrar sin un minimo maquillaje.

Cansada a los cuarenta -cuando otras mujeres recien empiezan a vivir-, creyo que habia vivido una larga ilusion, pero ilusion al fin.

Volvio con esas penas a Barracas al Sur, buscando el consuelo de su familia que hacia tanto que no veia y que ya parecia olvidada. Despues de todo, Paris queda demasiado lejos. No era una mujer pobre, tampoco se podia decir que era rica, sus ahorros tenia, suficientes, suficiente.

El “Pardo” la recibio con una sonrisa, la abrazo y se dio cuenta que no era una nina lo que tenia entre sus brazos, pero era su hija, la eternamente pequena Luz (casi un lucero del alba).

Y entonces se produjo el milagro. Luz advirtio que no habia vivido en vano, que en la vida nada es gratis y que las ilusiones podian ser sus verdades, que habia logrado lo que deseaba aquella tarde cuando ojeo, casi de refilon, un viejo ejemplar de “Vogue”, sin saber que no era nada mas que papel impreso.

Se dio cuenta que habia crecido, sonado, vivido, que era una mujer. Despues de todo, quien podia juzgarla. Ni siquiera ella misma y menos aun yo.

Entonces, sin que nadie lo pensara ni decidiera, la radio, una vieja Phillips a valvulas, empezo a largar por el parlante un tango que, ni remotamente, habia sido pensado para ella. La letra, desde el comienzo, no tenia relacion con Luz pero, a medida que transcurrian el fraseo, se le asemejaba en algunas cosas, asi que pensar que “cualquier parecido con la realidad o personajes es pura coincidencia” no tenia asidero.

Decia asi, en la voz de Alberto Castillo desde un disco de pasta, sin dudas, y a 75 revoluciones por minuto:

Tu padre era rubio, borracho y malevo
tu madre era negra con labios malvon:
mulata naciste con ojos de cielo
y mota en el pelo de negro carbon.
Creciste en el lodo de un barrio muy pobre,
cumpliste veinte anos en un cabaret,
y ahora te llaman moneda de cobre,
porque vieja y triste muy poco vales.

Moneda de cobre,
yo se que ayer fuiste hermosa,
yo con tus alas de rosa
te vi volar mariposa
y despues te vi caer
moneda de fango,
que bien bailabas el tango
que linda estabas entonces
como una reina de bronce
alla en el Folios Berger

Aquel barrio triste de barro y de latas
igual que tu vida desaparecio
Pasaron veinte anos, querida mulata,
no existen tus padres, no existe el farol.
Quiza en la esquina te quedes perdida
buscando la casa que te vio nacer,
segui, no te pares, no muestres la herida
No llores mulata, total, para que.

Pero ya no era la misma. Era, simplemente, la Luz. Y se largo
a llorar nomas, desconsoladamente, de puro mujer que era.

Bec



Subject: Una aventura estetica

El Pardo en el Chaco: una aventura estetica

En el verano del ’34, al “Pardo” lo mandaron, junto a un cronista, para que hiciera algunas fotografias de los trabajadores dedicados a la cosecha del algodon en el Chaco. Segun parece, se estaban organizando sindicalmente para reclamar por sus derechos sociales (jornada de 8 horas, dias de descanso, seguro de salud, jubilacion y todas esas cosas que los socialistas les habian metido en la cabeza). Algunas informaciones senalaban que el gobierno pensaba enviar a tropas regulares armadas con Mausers y ametralladoras Colt para hacerlos desistir de esas intenciones, contrarias a las mas caras tradiciones semifeudales que regian las relaciones de produccion.

El periodista que lo acompanaba tenia cierto gusto por la pintura que, incluso, le habia llevado a que en su tiempo libre -que no era mucho-, tomara temperas y pinceles para dejar sobre el lienzo algunos cuadros de situaciones cotidianas. Habia llegado a exponer en el hall del Club Social, Sportivo y Cultural de Villa Insuperable y en la Art Gallery of ARPBI (Asociacion de Repartidores a Pedal de Bicicleta). De haber vivido en Montmatre, otro hubiera sido su destino, pero nacio en Villa Dominico y su frontera era de cabotaje.

No perdia oportunidad de senalarle la belleza de los paisajes por los que, junto con el “Pardo”, estaban transitando. Se entusiasmaba cuando veia una pequena casita construida de barro, con sus paredes blanqueadas a cal. “Mira Pardo, que casita linda en ese paisaje. Ah, si yo tuviera mis pinceles”, exclamaba.

El Pardo se quedaba en silencio porque no se atrevia a discutir con alguien que domina, precisamente, la palabra. Pensaba que era linda para su amigo porque crea que no tenia que vivir ahi, con frio en invierno, calor en verano y expuesto a tantas enfermedades por la falta de la mas elemental higiene.

“Este no ha visto nacer un bebe y que no haya agua para lavarlo”, se dijo para sus adentros, masticando cierta rabia y solidario con el destino de aquellas personas que tenian tan pocas cosas excepto la libertad que, sola, no sirve para comer.

En un momento, su amigo periodista y pintor, se detuvo y le dijo: “Mira Pardo, que mujer hermosa”.

El “Pardo” perdio toda su inocencia y se olvido por un momento de sus ideas anarcosocialistas y libertarias; acto seguido se le iluminaron los ojos, el corazon le comenzo a latir con frecuencia descompasada, las manos se le pusieron humedas a pesar de la sequedad del Chaco en esa epoca del ano y comenzo a girar la cabeza pensando que sus pupilas irian a apuntar sobre una joven doncella, de cabellos largos, formas de una redondez equilibrada y, como si todo eso no fuera suficiente para mancebo tan apuesto y dispuesto, llego a imaginar que podria entregarle sus tesoros.

Pero no vio otra cosa que una anciana, en la puerta de un rancho, con su cabello atado en forma de rodete, totalmente blanco y una piel castigada por tantas primaveras, veranos, otonos e inviernos, los brazos finos como alambre y la espalda encorvada, que cargaba trabajosamente un atado de lena, mientras trataba de espantar a las gallinas con sonidos guturales.

El “Pardo” penso: “Sera esa la mujer hermosa a la que se refiere mi amigo? o el sol le habra afectado el cerebro que empieza a tener visiones?”.

“Veni Pardo -insistio el amigo-, anda y sacale una foto de las manos, del rostro, fotografiala como hace su trabajo, sin nadie que la ayude. Sabes una cosa Pardo? -insistia el asoleado cerebral- esa es la foto que va a ilustrar la nota sobre como viven los campesinos”.

En ese momento el Pardo se dio cuenta que la belleza no es necesariamente complaciente, superficial, frivola o idealista, sino que tambien puede ser tragica, como la de aquella anciana de brazos de alambre.

A partir de entonces, comenzo a mirar con otros ojos las paredes descascaradas.

Bec



Subject: El Pardo y la Tarjeta Gris al 18%

El Pardo y la Tarjeta Gris al 18%

En mis anos mozos, cuando no teniamos otra cosa que una Nikon F Photomic y debiamos hacer fotografias, por ejemplo, en Bariloche durante los torneos de esqui en el Cerro Catedral, en la Antartida (a bordo de un queche de 15 metros, rodeados de pinguinos, cetaceos, focidos y otaridos), utilizabamos el sistema conocido por el acronismo SRMC.

Segun cuenta la leyenda -nada de esto ha sido corroborado por la ciencia de la historia-, fue inventado por el “Pardo” Menendez, hombre del campo que supo venirse para la ciudad cuando todavia usaba pantalones cortos. Alli trabajo primero como mandadero, luego fue ascensorista en el viejo edificio del diario Critica. Paso el tiempo y el “Pardo”, que era muy apreciado, ingreso al Departamento de Fotografia. Lucia colgada de su cuello una Contaflex.

Todos los fotografos, mas avanzados, usaban una Tarjeta Gris al 18 % en aquellas situaciones dificiles. El “Pardo”, en una oportunidad y careciendo del mencionado adminiculo, le pregunto a uno de sus companeros que “tiempo y diafragma te da”, el otro, le dijo “efe ocho en quinientos”.

Menendez registro el dato, apunto con su camara sobre el reves de la mano, y detecto que le daba “efe cinco seis en quinientos”. Advirtio que su piel sobrexponia un punto (de ahi el mote de “Pardo”, porque que se dice rubio no era).

Desde entonces, sabiendo que el reverso de su mano estaba desajustado en un eve (1 EV), hacia la correccion y obtenia excelentes resultados.

El sistema fue muy pronto copiado por los demas fotografos. Cada uno tenia calibrado el reverso de la mano. Incluso hubieron quienes, por desmemoriados, se tatuaron la correccion en el dedo menique.

Los mas blanquitos tuvieron algunos problemas, solucionados con ingenio. Sucedia que en verano no debian hacer ninguna correccion o, en todo caso, era de menos medio eve, en especial si habian ido de vacaciones a la playa o a cualquier lugar con mucho sol, y en invierno, ya casi transparentes, podia ser de mas medio eve. Para eso se tatuaban el anular.

El sistema se extendio pronto al Zaire y a Dinamarca, asi como a muchos otros paises del orbe, naturalmente con los respectivos ajustes etnicos.

De ahi que al Sistema del “Pardo” Mendendez se lo conoce como SMRC (Sistema de Reverso de la Mano Corregido). Les puedo asegurar que funciona.

Afectuosamente,

Bec




Subject: Errare humanum est

Errare humanum est

El Pardo Menendez sabia que se aprende mas de los proprareios errores que de los ajenos. Lo habia sentido, en su inocencia de campesino, en carne propia, cuando un dia se le trabo el arado y los bueyes no querian tirar para adelante.

Cuando llego el momento que en “Critica” le dijeron: “Pardo, desde hoy dejas la manija del ascensor y pasas a fotografia”, sintio un ligero temblor en las piernas. Casi se le pianta una lagrima, pero de puro guapo que era, la contuvo al instante. No sea cosa que advirtieran sus debilidades.

“Voy a ser fotografo”, se dijo en sus adentros. “Voy a ser alguien”, agrego tambien para adentro. “Si, alguien; pero que?” No importa, la manija del ascensor no era para un hombre de su sensibilidad e inteligencia, elementos que sopesaban en su personalidad a falta de una educacion formal. Apenas habia terminado la primaria. Se olvidaba de donde iban las “haches”, tildes y, al escribir, confundia zetas con eses y, ademas, no entendio muy bien que era un diptongo. Despues de todo, que palabra horripilante y a quien le importa.

Agarro la Speed Graphic, dos chasis -que le habia cargado generosamente el jefe, con sendas placas de 10 x 12,5 de Doble XX Press Pan Professional- y salio a buscar su primer reportaje, el que lo convertiria, tal vez definitivamente, en fotografo. El sueno empezaba a ser realidad.

“Donde?” inquirio el Pardo -hombre de economia de medios al hablar, si los hay-; “Al Congreso, que se debate la Ley de Carnes” le respondio el coordinador, un hombre bajito, de abultada panza hecha en base a Bier, que usaba anteojos de carey con cristales tipo culo de botella, ocultandole de esa manera lo unico esteticamente hermoso que tenia: sus grandes ojos verdes con largas pestanas como plumeros.

El Pardo salio presuroso, tomo derecho sin respiro por la Avenida de Mayo, cruzo de cuatro o cinco zancadas la 9 de Julio -a esa hora atestada de autos que no lo atropellaron de pura casualidad-, y en quince minutos estaba subiendo las escalinatas del Palacio del Congreso.

Regreso una hora despues. Orondo, sacando pecho, con la Speed soldada a la mano, como que ya era una extension de su cuerpo. “Aqui esta lo que me pidio, Jefe”, dijo, quebrando su estilo monosilabo de comunicacion verbal, al tiempo que entregaba los dos chasis dobles.

El coordinador de los ojos verdes ocultos, tomo los chasis en forma displicente y se los llevo al laboratorio. El Pardo se quedo en absoluto silencio, pero no podia evitar esas malditas gotas de transpiracion que surgian en la frente, rodaban hasta las cejas y en un dribble propio de Garrincha, seguian por la mejilla hasta caer en el suelo. “Que te pasa Pardo?, no es para tanto”, le dijo en tono conciliador el jefe. “Nada, es que aqui hace mucho calor y estoy abrigado para la calle” atino a responder, esta vez mas comunicativo.

Por fin aparecieron las placas, todavia humedas, dentro de los marcos de metal, indiferentes a las angustias del Pardo. Como nunca habia visto un negativo, se quedo parado sin atinar a nada, esperando la palabra del jefe, una especie de Vice-Ikon, el Senor de la Luz o, mas vulgarmente, el mandamas.

“Bien Pardo -dijo- te quedas con nosotros, parece que apretas el gatillo”. El Pardo, ajeno al argot fotografico, quedo confundido: “Como? Esto es el Departamento de Fotografia o el FBI?” penso para sus adentros.

“Gracias Vice, perdon, jefe, muchas gracias” respondio en un gesto explicito de agradecimiento.

“Eso si Pardo -agrego el Vice Ikon-, no hace falta que de ahora en adelante economices pelicula: has sacado ocho fotos en cuatro placas”.

Bec
(copyright 1997)



Subject: Los ultimos anos del “Pardo”

Los ultimos anos del “Pardo”:El valor de la obra de toda una vida

El Pardo Menendez no sabia con exactitud el ano y menos aun la fecha de su nacimiento, asi que nunca festejo su cumpleanos a falta de un instante de referencia. Por ese mismo motivo se vio envuelto en algunas complicaciones cuando inicio el tramite de jubilacion. Una junta medica fue consultada para que, tras exigentes analisis que incluyeron someter al proceso de Carbono 14 una muestra del hueso que le sobresalia del menique, pudiera ser finalmente aceptado en el PAMI.

Sin dudas que tenia muchos. Se le notaba en especial cuando recordaba algunos pormenores de la Revolucion del ’90, no de 1990, sino la que protagonizo la naciente Union Civica Radical en 1890 o hacia alusiones al infante Alfonso, antes de que fuera Alfonso XIII. Se jactaba de haber fotografiado a Roosevelt, pero a Teodoro y hasta de haber viajado por centroamerica, a caballo, sin cruzar el Canal de Panama porque, todavia, no lo habian construido. Era lo que se dice, mas que viejo, ancestral.

En tanto tiempo habia fotografiado reyes y presidentes, zares y revoluciones, ciudades ahora desaparecidas, clippers llegando a puerto en la carrera del te, estuvo en Cadiz en la celebracion del 400 aniversario del viaje de Cristoforo Colombo. Habia viajado por todos los continentes, siempre fotografiando, ya sea con placas al colodion y luego con las de gelatinobromuro.

Nada habia sido pasado por alto para su ojo inquisidor, con placas de 20 x 25 hasta negativos de 35 mm, incluso con la ultima de las camaras que tuvo, una CanonFlex E0S RebelDe 6, de disparo por las pestanas, enfoque recontra-automatico, carburador de 4 bocas, ABS, NavStar GPS y timon de viento electronico sin pilas (se alimentaba con una turbina eolica, de origen escoces), pero que insistia en usar en manual. De pixels ni hablarle siquiera: era una de las pocas cosas que despertaban su iracundia.

Asi que su archivo de negativos, de los mas variados temas, perfectamente expuestos (excepto los ultimos, de la CanonFlex, a causa de que ya estaba viejo y la usaba, como lo dijimos, en manual), conservados sin polvo ni rayaduras, se calculaba que superaban el millon de imagenes, ninguna de ellas repetida.

Asi que viendo que se iba a morir, llamo a sus hijos, les hizo encender le estufa a lena (en realidad era una imitacion a gas, pero que enganaba a cualquiera), y les dijo que si al el le pasaba algo, a ellos no les iba a faltar de comer gracias a los negativos que habia producido durante toda su vida.

“Papa Pardo” -se atrevio a preguntar el mayorcito-, y como hacemos para vivir de esos negativos? Se los podemos ofrecer a mister Microsoft para que los digitalice?”

“No hijos -expreso el Pardo, mientras escondia sus manos debajo de la manta que le daba calor a sus piernas-, yo no quiero que se los lleve Bill Gates, sino que les dije claramente que iban a poder comer. Es facil, les sacan la emulsion, que es de gelatina, y se la comen. Eso si, escupan los granos de plata, que producen calculos al rinon”.

Bec
(copyright, 1997).



Subject: Muerte del Pardo

La muerte del “Pardo”

El dia prometia ser tan caluroso como en las jornadas anteriores, ya en pleno verano austral, pero algunas nubes sobre el horizonte presagiaban la cercania de un Pampero, ese viento del Sudoeste que arranca techos de ranchos y lo envuelve todo.

El “Pardo”, trabajosamente, se levanto de su silla, se coloco sus anteojos, abrio la ventana de par en par, y regreso a su sitio. Queria sentir el aire en su cara, cuando aun el nortazo seguia trayendo humedad y calor. “Ya va a calmar y, bruscamente, tendremos Pampero”, penso. Y bien que conocia esos cambios. Viento, frio y lluvia, para apaciguar un poco al verano.

Se quedo en silencio, alli sentado, sin un minimo gesto, como si estuviera recordando el pasado o imaginando el futuro. Se veia nino, llevado de la mano de su padre por alguna playa olvidada, cuando estaba aprendiendo sus primeros pasos. Una pequena foto en blanco y negro, de apenas 6 x 9 cm, que lo miraba desde el portarretratos, colocado justo encima de la alacena, lo miraba.

Hizo otro pequeno esfuerzo, fue caminando hasta tomarla entre las manos y de vuelta a la silla. Desde hacia semanas, quiza meses, era el unico ejercicio que se atrevia a realizar. Las piernas estaban cansadas, llenas de varices, y no podian sostenerlo por mucho tiempo. El “Pardo”, realmente, estaba viejo, muy viejo.

Sonrio con aquella foto apretada en sus manos llenas de pecas de la ancianidad y venas abultadas como serpientes. “Pensar que alguna vez fui nino”, decia masticando palabras.

Las nubes se fueron aproximando, tomaron la forma de un gran toscano extendido de Este a Oeste. El viento Norte, ese nortazo, habia cesado y, como explican los manuales de meteorologia, la calma de no mas una o dos horas iba a ser seguida por un viento arrachado, violento, del Sudoeste.

Afuera, ningun pajaro se atrevia a quebrar la solemnidad del momento con sus trinos y el unico ruido que se podia escuchar era el de una canilla, con su goteo infinito en la pileta de la cocina. La escena era de una curiosa paz, quebrada a veces por esporadicos ronquidos que el “Pardo” emitia sin ninguna clase de ritmo.

Las pocas hojas esparcidas sobre el piso empezaron a agitarse, en remolinos. No hubo tiempo siquiera para advertir el cambio, que ya estaba el Pampero, ensenorandose con todo lo que encontraba a su paso. Viejos alamos parecian quebrarse.
Fue creciendo en su furia, sin dar tregua a quienes no hubieran buscado refugio a tiempo.

Pasaron dos, tres horas, hasta convertirse en una brisa que, sin embargo, era lo suficiente como para golpear las ventanas contra los marcos.

En eso llego el hijo mayor del “Pardo”, agitado, trayendo en sus manos un pichon de paloma que habia encontrado en el camino. El Pampero lo habia arrancado de su nido. “Papa”, grito, “papa, mira lo que traigo para vos”.

El “Pardo” no le respondio, porque ya no tenia voz. En sus manos, seguia aferrada aquella fotografia de cuando era nino, dando sus primeros pasos en la vida.

Becquer








Fonte/Agradecimentos


FotoPlus agradece a Becquer Casaballe pela cessão do texto para inclusão nesta edição do boletim Páginas Negras.